lunes, 14 de mayo de 2012

LA ORILLA DE OTRAS NADAS


Desde el filo de esta bruma
que a mi nada conforme
me destierra, me invita,
aún lejana, una luz que
se obstina en arrastrarme
a la orilla remota de otras nadas.

Pero es dilatado el húmedo trecho
que aleja ambos costados.
Y no existen puentes que
allanen el  camino de un modo
apacible y confiado. Es preciso
hundir los pies despojados
en el manto frío de sus aguas
y transitar sobre un infecundo lecho
hastiado de limo y guijarros.

La claridad insiste
con el albor de lo que
me es desconocido,
incluso proscrito, y
me embriaga con un aroma
fingido que casi me atrapa
en la deformidad
de su excéntrica llamada.
¿A qué Olimpo desea  conducirme
esa luz que oculta la promesa
de una oscuridad cierta en
el piélago de otra ausencia?

Me aquieta una brisa fría. Es el miedo,
que, indiferente, me reintegra a  mi yo constante.

Juana Fuentes ©

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