miércoles, 28 de agosto de 2013

Despedida

Mañana, cuando no estés

y mi cuerpo sobreviva

sin un trozo de su ser

y hasta el alma se desprenda

de su entera coartada.



Mañana, cuando no fluya

el aire por las estrías

veladas bajo mi piel,

y  sólo pueda inhalar

el perfume de la sangre

hoy en mis venas detenida.



Mañana, cuando por fin

repose de tantas guerras

sin sentido en las que no hay

ofrendas ni ceremonias

para todos nuestros muertos.



O cuando todo sea abandono

y acaso ya no logre apreciar

de qué color fueron estos pasos

porque el brillo de su hedor se extinga.



 Comprenderé, sólo entonces,

que tal vez no has existido.

© Juana Fuentes


domingo, 25 de agosto de 2013

Las acacias

Existe una tierra donde reinan las acacias,
criaturas de belleza torcida y silenciosa
cuya espalda cada día acaricia la luz 
de una yema difusa y anacarada.

El horizonte nos invita, al atardecer,
a una danza de fuego.
Un árbol se curva persiguiendo los corales
de una moneda que, apresurada, se descuelga.
Parece despedirse de ella, tal vez pedirle
que  no tizne con su marcha el crepúsculo.

En la mañana, la acacia vuelve a reclinarse  
como anegada en un lamento fiel y continuo,
preludio de esa aflicción que cada tarde inunda
sus ramas cuando el sol comienza a abandonarla. 

Las acacias, igual que los hombres, anticipan
con absurda nostalgia el dolor ante la marcha
-que presienten- de todo lo grato que una vez
pudo ser el artífice de cualquier sosiego.

© Juana Fuentes