lunes, 27 de enero de 2014

Y cómo hacer.

Proceder cómo
y conducirme,
si me hice árbol
cansado y yermo
que a los pájaros
grita en otoño.
Guardar qué espalda
podrá mi tronco.

Y por qué amar
o cómo amarme,
si me urdió légamo
la tierra y barro
intransitable
en donde nadie
podrá llenar
sus huellas huecas.

Si soy deseo
de sólo lluvia
en mi sollozo,
si el sol no anhelo
porque no quiero
que cegar quiera
mis pobres ojos.

Si seré barro,
árbol y lluvia.
Si del dolor,
de este dolor,
de mi dolor
sola yo me duelo.

Y cómo hacer 
y ser bastante,
si sola yo me soy,
si a solas yo me habito.

© Juana Fuentes




















Photo: Sarolta Ban

lunes, 6 de enero de 2014

De óxido y hueso

Quizá siga siendo el amor
aquella conmoción borrosa
de mis primeros años:
retinas extraviadas entre juegos de manos 
que sólo nublaba el reflejo 
del barro de las calles.
Encontrar, al fin, ese ansiado roce
que, y sin comprender el motivo, 
nos guiaba hacia la hondura salada 
de un mar inesperado. 
Incluso compartir  una gastada 
golosina sin advertir lo impúdico 
aunque ingenuo de aquel improvisado gesto.

Y aún hoy  cuando alguno de esos rostros
que tan atrás y entre aquellas tardes
se quedaron me asalta, me pregunto
si no existirá en ti y en lo que ahora ya eres,
en tu voluntad desarmada,
en tu felina placidez,
en tu  seda insospechada,
aquel  amor que habitaba
en esos pequeños cuerpos, ya desbaratados
por los años, sólo hechos
de óxido y hueso.

© Juana Fuentes




domingo, 5 de enero de 2014

Tiempo de cenizas

Me dices que no es el tiempo
ya una cuestión que me concierna,
que he llegado tarde a los esponsales
de nuestro hallazgo.
Es posible que yo sólo sea
un mensajero de la muerte
dispuesto a cumplir puntualmente
su propósito.

Ven entonces; te vestiré como lo haría
una novia, pero esta vez sin flores,
sin ornatos, sin tus viejos recuerdos.
Los dejaré a tu lado en tu desnuda caja
de listones de cedro.

Descansaré después mi espalda
-como ayer dormitaba  sobre tu vientre-
en el tronco  de un árbol,
acaso aquél del que arranqué
las tablas para tu urna,
y aguardaré a que el rumor
de sus ramas me diga
qué hacer con tus cenizas.

© Juana Fuentes


jueves, 2 de enero de 2014

Sobre Céfiro y otras metáforas

No recuerdo que una plácida brisa
lograra apropiarse alguna vez de mi vientre,
pues siempre he vivido acechando el áspero
viento del norte, artífice de sueños
desbocados dispuestos a colmar
con un fuego extraño mi madrugada.
Pero siempre se estrellaban sus dádivas
contra la sólida roca de Pitis,
mudándose greda moldeada en la desgana.


Ahora me sucedo en las noches aguardando,
penitente, a que el viento del oeste,
ese céfiro apacible y ligero,
me brinde su desconocido abrazo
para invitarme a un insólito baile.


Y así un día crecerán las flores en mi huerto;
ensamblaré con ellas
la más delicada de las diademas
para que me traiga su aroma
decenas de palomas blancas.

© Juana Fuentes